viernes, 4 de mayo de 2012

TIEMPO DEL CORAZÓNPublicado en la Revista El Arca (versión digital)

Publicado en la Revista El Arca (versión digital)

Tiempo del corazón
Ingeborg Bachmann/Paul Celan

(Trad. Griselda Mársico-Uwe Schoor y Horacio Zabaljáuregui)
Fondo de Cultura EconómicaBuenos Aires2012
 “La novela epistolar más dramática escrita a cuatro manos”: así definió − con acierto−   la crítica argentina Silvina Friera, al libro Tiempo del corazón, que reúne principalmente el corpus total de la correspondencia, incluídos telegramas, entre dos de los mayores poetas en lengua alemana del siglo pasado: la austríaca Ingeborg Bachmann y el rumano germano-hablante Paul Celan, cuyo apellido original era Antschel. A lo que se añade el epistolario Celan-Max Frisch (esposo de Ingeborg a partir de 1958) y las misivas entre Ingeborg y Giselle, la mujer de Celan desde 1952. Lo que más impresiona es constatar el alto voltaje intelectual-pasional del diálogo entre los dos poetas: es un mar tempestuoso de escasos encuentros reales y de profundos, desgarradores desencuentros (en verdad, sólo en la superficie), reticencias, malentendidos, quejas y, es claro, también de debates y noticias sobre la actividad literaria propia y ajena, publicaciones, escritores y críticos. Llama fuertemente la atención, por ejemplo, la ira de Celan por una crítica a su Reja de lenguaje, a la que imputa antisemitismo. Eso sí: el puente entre uno y otra nunca se quebró del todo: al menos hasta la última carta de Paul en 1967, subsistió un hilo conmovedor de ligazón, lealtad y adhesión amorosa por sobre desgarros y años. Y, sobrevolándolo todo, el fantasma del nazismo todavía latente entre muchos de sus colegas.
El 16 de mayo del 48, en la casa en Viena del pintor surrealista Edgar Jené, la estudiante de filosofía Ingeborg (en compañía del conocido escritor Hans Weigel, con quien mantenía un affaire sentimental muy libre) había conocido a Celan, quien a su turno había huído de Bucarest llegando a Viena vía Budapest. Un hecho fundamental signó desde el inicio este vínculo: el padre de Ingeborg era militante del partido nazi, los padres de Paul habían sido asesinados en un campo de exterminio nazi en Ucrania, y él mismo estuvo recluído en un campamento de trabajos forzados: una tragedia que marcaría para siempre su vida y su obra. Lo cierto es que el 20 de mayo comenzó la relación amorosa entre ambos: la primera misiva de él, el 23, es el poema (a ella dedicado) En Egipto, junto a un libro de cuadros de Matisse:
Le dirás al ojo de la extraña: ¡Sé el agua! / Las buscarás, en el ojo de la extraña, a las que sabes en el agua…”. La extraña: desde el comienzo, estos famosos amantes-antípodas (parafraseando a Enrique Molina) tuvieron conciencia de lo especialísimo y ejemplar de su liaison. Luego, Celan se radica en París. Curiosamente, la carta-respuesta de ella… ¡no enviada! es recién de la Navidad. Y así se suceden los ruegos, los intentos por fijar una cita, los comentarios de ella de poemas de él a los que siente como un mal sustituto de la relación personal, los anuncios (reiterados e incumplidos) del corte de la relación, de su declive o su renacer.
En una primera etapa, con eje en 1952, año en que  Celan contrae matrimonio con Gisèle Celan-Lestrange, las cartas de Ingeborg son un diluvio epistolar, un reclamo constante por la falta de respuesta. Ingeborg, ya exitosa por sus trabajos radiofónicos, su poesía y relatos, se ha mudado a Roma. A fines de 1957, un reencuentro fortuito durante unas jornadas literarias en Colonia detonan la intensa reanudación de esos amores. Ahora será él quien arrecie con la correpondencia ante la creciente reticencia de ella, que en 1958 se casa con el escritor Max Frisch. Un párrafo particularmente significativo: “.Te agradezco que le hayas dicho todo a tu mujer, ya que ‘ahorrárselo’ sería agrandar la culpa y disminuir a tu mujer. Porque ella es como es y porque tú la amas. ¿Pero tienes una idea de lo que significan para mí su aceptación y su comprensión? ¿Y para ti? No puedes abandonarlos, a ella y a vuestro hijo. Me contestarás que ya está, que en el fondo ya ha sido abandonada. Pero por favor no la abandones. ¿Tengo que darte las razones?”. Paul Celan se suicida arrojándose al Sena, en 1970: tenía 50 años. Ella morirá tres años más tarde, al incendiarse su habitación en un episodio confuso. Ambos habían sufrido en los ’60 severas internaciones psiquiátricas, y tormentas espirituales indecibles.
Por si fuera poco, las cartas entre Ingeborg y Gisèle son un modelo de afecto, altura intelectual y moral. Completan el libro fotografías, el epistolario Celan-Max Frisch, extensos posfacios a cargo de los editores Bertrand Badiou, Hans Holler, Andrea Stoll y Barbara Wiedeman así como Notas, una extensa Cronología y Bibliografía. En suma: una obra tan deslumbrante como estremecedora.

 
Jorge Ariel Madrazo

No hay comentarios:

Publicar un comentario